En mi afán por descifrar esta inefable sintonía, un impulso arrebatado me llevó a escribir tu nombre.
Entre joviales señales, desapercibidas para el mundo, me has dicho que lo sabes, aunque siempre lo supimos.
Juro que lo ignoraba, pero estas ganas necias lograron descifrarlo, y de una inusual forma nos empezamos a procurar.
Y aunque esto dure nada, si es que alguna vez empieza, estoy feliz de ser la “infante, necia y rota idea” que necesitabas para sentirte vivo.
Me conocías por Niza, mi apellido es Sur Mon Front.