Y aquí estoy otra vez, en medio del vacío o quizá muy dentro de él. Se había tambaleado mi mundo un centenar de veces, pero nunca me desprendí de ti.
Busqué tu dulzura en todas mis alternativas, y en cada una de ellas te vislumbré distante, aún más lejano que el día de tu partir.
Mi cuerpo estaba presente pero mi mente se había esfumado, al recordar cómo era antes, anhelé un después. Al cabo de dos revolucionarios ayeres, acepté que era hora de que te marcharas.
Entre música y nicotina te pensé profundo y dentro de ese pensamiento, me despedí de ti.