Nos embaucamos en la idea de la fortuna, de la adquisición, de la comodidad.
Nos hemos convencido, inexcusablemente, de que lo que mueve al mundo es regido por el precio y el valor. Lo que mata o apacigua la necesidad es esa tangible forma de permuta cuantificable.
Lo que requiero y lo que pides, lo que necesito y tú reclamas, es justo la incesante e interminable forma de sobrevivir.
La necesidad patentiza las desigualdades de la vida, es esa necesidad y el dinero, la dicotomía del capital, del poder… pero también del ser.
Detrás de todo ello se albergan anales de historias, retos y movimientos, que intentan justificar lo que la condición humana y sus goces han depositado en el antes visible, ahora intangible… dinero.
Ininteligible forma de ser, para existir siendo.
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