Trayectos Vacíos

Fuimos el ruido de lo inesperado, justo cuando esperábamos respuesta.

Abrazamos el miedo, pues de no hacerlo, la única arma en nuestras manos sería la nada.

Rechazo, una evasiva y la idea del hogar, todo se llenó de vacío mientras avanzábamos, ¿a dónde? Yo quería ir al mar, creo que los vientos nos llevaron a casa, al hogar de muchos y al suplicio de otros. Quizá a la incertidumbre que jamás sentí.

Dejé que el viento guiara los ya alterados caminos de conquista, el mundo hizo de su identidad la más variada cultura, de la realidad tormento y de los anhelos, la necesidad de migrar.

La neblina del camino me la imaginaba bruma, espesa en lo natural de la noche, de la madrugada, pero resultó ser el alarde del abismo, el que llamó a la puerta y nos acompañó de la mano.

Travesías de orígenes distintitos, la única invariable concepción es que, de la naturaleza somos hijas, mujeres, unidas en un destino no concebido, cobijadas en un territorio que de la orbe es un paisaje majestuoso, y de los límites, un Estado más.

Juntas, pero al mismo tiempo ajenas, tuvimos que andar, dejar atrás una historia, el pasado y el presente del segundo anterior; la historia de trayectos vacíos se volvió nuestra verdad, una verdad de incertidumbres beligerantes.

Del camino tregua, de los obstáculos una promesa: que aunque la empatía no sea suficiente, el oleaje del temor nos hará iguales. Mujeres migrantes, que no huyen pero son, que son huyendo, y que huyendo llegaron, a la tierra del terror.

Mujeres de lo imposible, un llanto en silencio. Esta travesía tu mantra, ahora esta historia tú la contarás, pues esta tierra también reconforma en un abrazo… tu lucha por andar.

Con especial cariño para la comunidad de Faro Tláhuac y Asmovilidad.