No te lo conté antes pero, tuve un sueño. En el sueño existió una premonición maquillada de cariño, una advertencia hecha burla, una carcajada encubierta por la emoción de la vez primera.
No lo advertí previamente pero, más que un sueño, fue una pesadilla, y más que un mal momento, fue realidad hecha recuerdo.
Y es por eso que, mientras tus manos se deslizaban por mi entrepierna, imaginé, juro que imaginé en hacernos uno, en fundirnos entre las vejaciones de amores previos, en invitarte por un instante, a olvidarnos de lo que es real, a sentirnos hechos agua, mientras juntos perdemos el control y recobramos las fuerzas.
Al ras de una tenue luz que hacía de aquella habitación un ardor profundo, me despojaba de aquél recuerdo. Era yo, eras tú, nos hacíamos uno, mientras dejábamos de ser lo que nunca se logró ser.
El miedo a ser bullicio, corría por mis venas, pero al cabo de la precipitación, el ruido resultó lo más inocuo. Me encontraste tan perdida, me perdí más al encontrarme… ahí hechos unos, ahí volviendo a sentir.
La idealización de un acto, la personificación perpetua, se va, se disipa, en nombre de la libertad. Y en este afán por ser libre, y en este ánimo por ser mía, te agradezco y te invito a hacernos uno, una vez más.