Las melodías de Avellaneda cobraron eco en los rincones del mundo.
Pareciera que los símbolos no solo se conmemoran, sino que también, se comparten y se viven, más allá de la Ciudad de la Furia.
Una melodía simple hecha carnaval, la sequía cuando arde la ciudad. La Carolina y el Chino, todo eso, se va, se va, se va…
Protesta y rock, ¿Qué sería de la vida sin la letras y la melodía de aquél caballo loco que nos trajo libertad?
Las música de una mancha trastocó las letras de la chica, de la chica de la mancha, en una casualidad que no busca explicación, en un vaivén de rimas de cansancio y gozo. En el arte de ser música y liberación.
Mientras resuenen «cosas duras que nadie puede decir», mientras haya algo roto y esa sea la razón por la que entres aquí , encontraré motivo suficiente para agradecer a la música, el albur del coincidir.
La mancha de Rolando, la mancha de Judith… de mancha a mancha: gracias infinitas, «toda la vida».

Con especial dedicatoria para Manu Quieto.
Ah mira
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