Te diría adiós, una vez más, pero una despedida no basta cuando el corazón no tiene deseos de soltar.
Te pediría que reconocieras que también estás aquí, aun sin quererlo, pero tu ego no te permite aceptar que por más que quieras irte, tampoco has podido soltar.
Ven a leer conmigo mientras vacilo con tus ondas, con esas certezas que caen por tu frente, como onduladas razones para seguir existiendo; mientras viajas por el aroma de mi cuello, recordando el sitio que siempre anhelamos.
Ven esta tarde y quédate una vida, ya que hemos intentado darnos una vida, y siempre volvemos más tarde.
Porque nos queremos, quizá esa es la razón de nuestra congoja. Aunque no queramos querernos, sin quererlo nos queremos, o nos queremos más de lo que queremos soltar.
