El Flaco de Providencia

Te espero en el silencio, aunque la calma sea nula y las ansias, más fuertes que yo.

Necesidad, vacío o simplemente nada, si de amor no se padece entonces no sé cómo nombrarle a tu ausencia.

No es la primera carta que escribo por impulso, pero sí la primera que le suplico al amor. Que te conduzca a casa, que regreses a los rezagos de respuestas abruptas que ahora encontrarás claras.

Te quiero conmigo, anhelo tus besos, que después de reacios, se sienten distantes, pero se desean a la luz de lo que en alguna ocasión fue una calle convertida en lo más apacible de la ciudad.

Las pésimas decisiones que conociste, no fue lo más tortuoso de nuestro padecer, pero, a quién le importa eso cuando podemos hacer el amor una y otra vez y olvidar cómo fue que llegamos ahí.

Flaco, vuelve a casa, te aguarda una explicación hecha abrazo y después de la prensa matutina, todo mi amor.

Te espero en lo que una vez fue una voz amarga, y en lo que ahora se ha convertido en un tormentoso silencio. Huye de Providencia, vuelve al afecto que clama tu querer.

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